Y brotamos a tierra descubierta,
como los jilgueros de canto atajado,
como las cumbres grandiosas que liberan el volar de las golondrinas,
que con sus alas y su búsqueda, hallan a cada invierno el verano.
Brotamos pétalos en los labios del secuestro,
para que nuestro cuerpo, nuestro pueblo, nuestro espíritu...
para que el pensar hipocondríaco se de la mano con el camino ya pisado.
Brotan las hojas que nos suceden en los dedos,
brotan las páginas de los libros que nos conquistaron,
brotan nuestras casas, sosegadas y taciturnas...
brotas tú en la mañana y brota mi esperanza al mediodía...
Brota la silueta y la anatomía,
las viñetas de Maitena, los vientos en las calles de Barcelona,
brotó ayer un calendario sin septiembre
brotará quizá mañana la voz menguante y olvidada.
Y yo solo anhelo florecer juntos en un nido,
y que las culebras que estrangulan nuestras gargantas,
se vayan lejos de nuestra casa,
y brotar entonces la calma y la dulzura de nuestra cama.
Mi poesía no es sublime... no es poesía. Solo es el brotar de mi amor, siempre puro e imperfecto...