martes, 28 de diciembre de 2010

Fotografía de un instante.


Fue el preludio de tu beso.
Esos instantes de silencio perpetuado, esos que alfombran la caída de la cascada sobre el vestido de cada noche, el preludio de tu beso.
Hay un sorteo perturbado en la vida de cada uno, la dicha que amanece alentando diccionarios, la dicha que es refugio de la necesidad del estar callados.

Preludio de un beso abandonado.


D.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Fantasmas.

A veces juro a mi propia personalidad ser el azote que todo lo versa.
No es melódico ser aire caliente en primavera, no es justo ser poeta que escala peldaño de barniz, no es un relato de discurso y medio decirte lo insignificante que somos.

Me mueve la escalera de tu pecho, y a zancadas de hormigas pretenciosas que juran amores ajenos, me como la vida a golpe de barra de labios y pluma de hielo... hoy ya no te quiero.

"Dejadme en paz", gritaria en melodía gregoriana, "dejadme con mi dolencia y mi impertinencia, iros lejos de mi agrado, a un país más mundano de lo que mi alma pueda ofreceros, forajidos, forasteros" canturrea mi persona en una cueva soñadora.

No hay reloj pudiente que aborrezca las horas perdedoras,
solo un foco miserable
que entre risa y palabra
cierra el paso del agua
entre tu melena y mi cuarto de baño.

D.




miércoles, 22 de diciembre de 2010

Soy eso.

Solo soy eso.

Solo soy la poesía que te escribo cada noche y el cirio que alumbra mi dolor multiusos.

Pero tú no lo sabes.
Tú no sabes nada.
Tú no adviertes la pesadez de mi abstinencia al mundo, ni te cobras el dolor y la penumbra que a solas se pasea en mi garganta.
Y yo... solo soy éso. Llevo un esguince en cada beso que me has dado, y no existe agua que apague el odio que me quema por dentro, y que deja tuerta la ventana.
Soy eso, una más de tantas otras, la insignificancia que todo lo quisiera decir, la penúltima palabra de cada copla, la que se queda sin esencia, sin navidad, sin verso, almohada, colchón, cama... sin su oda.

D.


viernes, 17 de diciembre de 2010

señales de tráfico.

No habría en el mundo manera de mirarme desde dentro.
Es desde dentro que ya no sabemos mirar las cosas.
Me intersecciono junto a mi misma, y me miro desde el dolor, desde la calma, des del latido que perturba el sofá-cama y el mueble-bar sin velada.
No perezco en la salpicadura de la fama, y la palmada de tu aplauso no llenará jamás el estribor que pierde el norte cuando recuerdo mi mano rota y mi sueño inacabado.

No habría en el mundo nada que perdonara algo tan insufrible como el diseño de tu boca, y solo me apoyo en palabras mal nacidas, para que des del talento que no tienes sea tu moneda la que cae del otro lado... y de mientras un perro que ladra en la calle de abajo, la que hace esquina con mi lástima, la que yace junto a la señal de "ceda el paso", la que cruza la corriente de la hoja perenne que hoy ha caducado.

D.

domingo, 12 de diciembre de 2010

En mis días.

Ayer, sí, fue ayer.

Te miré a los ojos a través del prisma ecualizado.
Y para siempre más pensé que sólo podía amarte como aman los peces al mar, o las aves al viento.

Hay una frase que escupe lo que me pasa por la cabeza, pero en mi corazón jamás reman palabras, son solo pequeños destellos que parpadean las noche de ginebra y tónica.

Y presumo de nuevo que no existe nada más que el agua y tu olor, que el lacio pasar de momentos oscuros que asoman por la ventana o el tacto de la hoja de papel que acaricia mi yema junto al olor a libro que desde el antaño impregna mi alma.

Hay un confín en mis días de montaña y despertador,
hay ciertos instantes que perduran para siempre,
hay una cuenta pendiente y una apuesta que no pienso perder,
y una luz al final de el sendero que solo quiere iluminar lo que no tengo.

D.