"La palabra que cifra mejor su cuerpo es: turgente. Azuzada por mis salaces ficciones, todo en ella se vuelve curva y prominencia, sinuosa elevación, blandura al temple. esa es la consistencia que el buen degustador debería preferir para su compañera a la hora del amor: tierna abundancia que parece apunto de derramarse pero que se mantiene firme, suelta, elástica como la fruta madura y la pasta recién amasada, esa tierna textura que los italianos la llaman morbidezza, palabra que hasta aplicada al pan suena lasciva"
Em recorda el poema "La giganta" de Baudelaire: "Me hubiera gustado dormirme apaciblemente a la sombra de sus senos, / dormir como una aldea tranquila al pie de una montaña."
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