martes, 29 de diciembre de 2009

God save the Queen

Supongo que tener los padres que tengo tiene basicamente dos sentidos: tener mas probabilidades que los demas de heredar la persistencia de mi madre para encontrar aquello que me llene y la inmaculada nobleza de mi padre.
Si realmente reside en mi ADN tales aptitudes aun no he logrado desarollarlas, pero estoy en ello amigos, estoy en ello.
Pero claro, una quiere comprender y empatizar con el universo, sumarse a la armonia, comprender el equilibrio y sobre todo ser buena persona... mas todo eso queda quebrado en mil pedazos cuando por enesima vez recuerdas que tu cargador no adapta porque los ingleses siguen usando otro tipo de enchufe (ouch!).

En fin, God save the Queen.

Nanit.

D.

martes, 22 de diciembre de 2009

Hoy, ni una gota más.


Qué fácil.
Cuánta hermosura, sus manos fluyendo en el aire dirigiendo el viento para que el compás armonioso de un piano, un violonchelo y una voz vibraran al unísono.
Qué perfecto y desordenado.
Qué sutileza tan pura y tan dulce fuera la que empujó una lágrima de mi cabellera. Y noté entonces tu susurrar en mi oído y el escalofrío me miró a los ojos y me dijo:

"escucha mi música, ¿ves?, eso que sientes tan bello no es belleza, es tu porvenir..."

Gràcias Mireia.


domingo, 20 de diciembre de 2009

Como aquella tarde en Edimburgo



El dolor de cabeza de hoy no es como los de siempre, o como los de excusa oficial porque no quieres follar.
El dolor de cabeza de hoy empezó en los pies y fue escalándome el tronco a cuatro patas por la espalda para postrar final retórico a nivel parietal.
Hoy al dolor le llamaré "tarde de frío domingo echándote de menos, tedioso té que se enfría al anhelo perdido..."




miércoles, 16 de diciembre de 2009

Entendiendo a Elegy.


He estado últimamente dándole vueltas al por qué la película Elegy me dejó marca.
Me di cuenta de que me marcó más de lo que creía porque últimamente la he citado en diferentes conversaciones con diferentes personas para diferentes argumentos.

Había algo en el filme que no soy capaz verbalizar como me gustaría y que ha removido parte de mi médula espinal.
Algo quedó trastocado en alguna parte perdida entre mi razón y mis ganas de fumar.
Fue en realidad una película de esas que acabas viendo por causalidad, donde no hubo en ningún momento ninguna intención de verla pero todos ya sabemos que muchas veces los acontecimientos vitales dan por hecho, siempre sin tu permiso, que te ocurran cosas que no eliges.

Es una película latente...
Es una música melancólica (hoy melancolía sí es la palabra...)
Es una película trascendente.
No hablaré sobre quien la dirige o sobre quien la interpreta, porque para mi eso es irrelevante, como casi todo en esta vida (la irrelevancia siempre me salva del ocaso). No es una cuestión de nombres y apellidos de lo que quiero escribir... solo quiero hablar de la víscera.

Me fascina, amigos lectores, que la haya dirigido una mujer, eso es cierto. Porque de no saberlo no lo habría pensado nunca. Y es que son varios los temas los cuales la película trata, la soledad, la vejez, el amor, el sexo, la obsesión, el miedo, el paso del tiempo...
pero también habla muy precisamente de ese tipo de hombre el cual nunca siente que se hace mayor, el que nunca aprende a comprometerse, a sacrificar, a apostar por algo... ¿demasiado egoísta quizá? ¿demasiado miedica? ¿demasiado descorazonado?
Suelen ser hombres inteligentes, con gran nivel cultural, gustos exquisitos por la música, la lectura, el cine, el teatro, con estilo para vestir y para desvestir, magníficos amantes, entretenidos, interesantes, cautos, delicados y vehementes... pero siempre con esa losa tan horrible de no fiarse ni de uno mismo. Siempre con tanto miedo al fracaso. Siempre con tanto miedo al que dirán o no dirán, siempre con un pánico inmenso a una verdad que les haga caer de frente contra un suelo duro de cemento gris llamado realidad, llamado "esto es la vida", llamado "ya eres demasiado mayor".

Siempre, todos ellos, me parecen curiosos, entrañables...
Siempre todos ellos me dan un poco de pena.

¿Dije hombres antes? permitidme el machismo lingüístico por hoy, también de mujeres trataba el asunto.

En Elegy ha una línea conceptual arrolladora donde gota a gota se va exprimiendo el maltrago de mirarse al espejo del protagonista. Una reveladora encrucijada donde el personaje se siente perdido por el amor y por la soledad, donde ni tan siquiera la copa de whisky consolará esa noche la infelicidad suprema que recorre su ser, porque el tiempo (ése asunto peliagudo que mi corazón ocupa estos días) también le gana, le gana y le arrebata todo en lo que el apoyó sobre sus cimientos de valores artificiales, dejándole al fin sin juventud, sin amistad, sin compañía...

Hay una lección de vida que queda abierta, porque la trama es delicada y sutil, sin grandes escenas románticas ni grandes diálogos largos y aburridos, lejos queda ya la sofisticación errónea de Woddy Allen.

Aquí se habla de lo importante, queridos transeúntes, unos labios, unos ojos, y dos corazones... que es lo único relevante que tiene el pasar por aquí durante un tiempo...

D.




jueves, 10 de diciembre de 2009

Gracias desconocida.


Fue como una predicción de las buenas.

La hoja del libro se sumó al llanto. Pero la finura y la perspicacia de su boca era cierta. Era real.
Aquella mujer emanaba fuerza, una vitalidad casi insalubre de tan inmensa. Sus manos pequeñas defendían un lecho de trigo que amontonaba día tras día cuidando de que le viento no quebrara el feudal. De cabellera canosa, hermosa en sus arrugas, surcos indefensos al paso de un tiempo precipitado y ganador.
Sí, el tiempo siempre gana. Siempre gana.
Y sus ojos no fueron ojos nunca. Fueron mirada del abatir soñoliento y de la pura plata que apaciguara mi vida. Mi vida volvió a nacer con aquella diosa, mi vida volvió a nacer y atrás quedo muerto el paso corto y exhausto que mis pies caminaran alguna vez al otro lado del camino.
Ahora yo era fuerte, com ella, como su piel fuerte, como sus mente fuerte, como su brillar fuerte.

Y decidí hasta el último infinito resbalar como los peces a las manos de las gentes tristes, sin pedir calderilla a cambio, sin un postre para pretender dulce en el paladar, sin dejar arañar la entraña ni postergar mi sinestesia.

Ahora no busco el mar.
Ahora vivo en la orilla para saludar al Sol cada día.
Buenas noches Luna.

D.




sábado, 5 de diciembre de 2009

La calle siempre es calle

Había una nota en aquella melodía que irrumpía mi armonía. Era una nota de soneto, de rima, de repetición como gota resbaladiza e inspiración. Me dañaba, me causaba dolor y recorría mi sien de punta a punta para asfixiar la memoria.
Luego irrumpióse de tanto pensarte.
Había sabor a canela, poderoso, y la papila azotó al corazón para que no olvidara el día en que cocinaste para mi, y el estupor y la carcajada idiota me dio en la nuca otra vez.
Luego él solo avergonzose, y me pidió perdón, maldito miserable.
Había ciertas callejuelas que parecían indistintas, iguales, reflejas... como de tiempo no pasado, como de atmósfera caduca. Mi mano agarró el billete de avión de nuevo, tanto tiempo huyendo de la misma forma.
Luego cuando vuelva, la calle seguirá siendo la calle, eso siempre lo supe.
Hace ya tiempo que te he perdonado...
¿Pero cuánto más tendré que esperar para perdonarme a mi?
Maldigo el día en que la calle decidió ser calle para siempre.
A veces estoy bien. Otras no pienso. Otras tengo mucho miedo de mi misma.
D.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Busco en tus labios un motivo para besarte
y remover del entrecejo
del clavo endemoniado que enquistó mi verdad.
Busco en tu voz la piel del pecado
y el olor de ese bosque para perderte entre mis brazos.

Busco la luciérnaga que me chivó que estabas
iluminando el camino
para regalarle una vida entre mi sonrisa y tu alma,

Te busco, te busco, te busco...

Te encontré.

No te pediré que te quedes a mi lado
pero el alba aparece cada día
y no es en vano que amanezca en esta vida

No te pediré que despiertes a mi vera,
no resuelvo nuestro amor con tu presencia
porque aunque te encontrado yo te sigo buscando
y sea donde quiera que estés, siempre nos quedará nuestra particular primavera.

Busco ese lunar que me recalcitra la madeja,
visto la levita que me cubre tus caricias.

Por favor, no te quedes jamás a mi lado,
será mejor no verte siempre
y buscarte...

No te quiero.
Solo te busco.

D.