Tengo una fe reticente en los bolsillo...
algún día encontraré un café donde sentarme a escribir
y poetizar dos abriles por cada dos suspiros...
Algún día vespertino de amargo tragos y bordeados alfileres,
cimbrearé el dibujo de mi falda,
dejaré que las manos aplaudan el decadente de mi pulmón...
dejaré huellas en los somieres que no son de niños guapos
para que el alma y el timón conduzcan al mismo paso.
Preferiré entonces volar aseados cabellos contra el viento bandolero,
y me desnudaré poquito a poco sin dentelladas ni mordiscos,
practicaré el arte del pretérito supino,
y me morderé la lengua al azar para no pensar más ni en las palabras ni en los riesgos.
Entonces... hablaremos.
De noche, me quitaré el velo.
D.
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