lunes, 31 de enero de 2011

Sin más.

Y brotamos a tierra descubierta,
como los jilgueros de canto atajado,
como las cumbres grandiosas que liberan el volar de las golondrinas,
que con sus alas y su búsqueda, hallan a cada invierno el verano.

Brotamos pétalos en los labios del secuestro,
para que nuestro cuerpo, nuestro pueblo, nuestro espíritu...
para que el pensar hipocondríaco se de la mano con el camino ya pisado.

Brotan las hojas que nos suceden en los dedos,
brotan las páginas de los libros que nos conquistaron,
brotan nuestras casas, sosegadas y taciturnas...
brotas tú en la mañana y brota mi esperanza al mediodía...

Brota la silueta y la anatomía,
las viñetas de Maitena, los vientos en las calles de Barcelona,
brotó ayer un calendario sin septiembre
brotará quizá mañana la voz menguante y olvidada.

Y yo solo anhelo florecer juntos en un nido,
y que las culebras que estrangulan nuestras gargantas,
se vayan lejos de nuestra casa,
y brotar entonces la calma y la dulzura de nuestra cama.

Mi poesía no es sublime... no es poesía. Solo es el brotar de mi amor, siempre puro e imperfecto...



sábado, 29 de enero de 2011

martes, 25 de enero de 2011

Ja parlarem...

Tengo una fe reticente en los bolsillo...
algún día encontraré un café donde sentarme a escribir
y poetizar dos abriles por cada dos suspiros...

Algún día vespertino de amargo tragos y bordeados alfileres,
cimbrearé el dibujo de mi falda,
dejaré que las manos aplaudan el decadente de mi pulmón...
dejaré huellas en los somieres que no son de niños guapos
para que el alma y el timón conduzcan al mismo paso.

Preferiré entonces volar aseados cabellos contra el viento bandolero,
y me desnudaré poquito a poco sin dentelladas ni mordiscos,
practicaré el arte del pretérito supino,
y me morderé la lengua al azar para no pensar más ni en las palabras ni en los riesgos.

Entonces... hablaremos.
De noche, me quitaré el velo.

D.

lunes, 24 de enero de 2011

Porca miseria.

Mira Dima, es que en realidad no hay secreto, sencillamente se trata de que todo lo que te joda, lo que te insatisfaga, lo que te moleste o lo que te agobie… a la puta calle…”

Entonces tomé el lápiz de color amarillo y negro con la mano zurda que tenemos la mayoría de zurdos y comencé a dibujar la silueta de una montaña… lejana, enorme, con el sol agazapado en el costado y la brisa blanca hiriéndole en la cima.
El algodoncillo que difumina la mina negra siempre consigue precipitar una atmósfera impenetrable, una hoja en blanco se vuelve en algo transgresor que toma forma punzante en el pensamiento, al rato el sentimiento se torna fugitivo y vuelve a ser la hoja en blanco.
Toda cuesta arriba supone una multitud de cíclopes que golpean la sesera y la petenera. La gota gorda que pretende inmolarme cae pegajosa adheriéndose al milímetro de piel recorrido, y la rodilla escaneada muestra una luxación indescriptible que no duele en ella misma…. Todo está en el corazón. Es la pendiente kilométrica que se describe a lo largo de nuestra vida y el ciclomotor ya está muy pasado de moda.

El dibujo no ha quedado penoso del todo, pienso en el transcurso del la pastilla gutural de ibuprofeno que se hace notar en su pasar por la garganta, ilusa yo pensando que el antiinflamatorio curará mi desamor. Decido pestañear por unas milésimas de segundo… con el tiempo gano dotes y pierdo reflejos.

Quizá la montaña que se describe en la hojaldrina de cartón no signifique nada, seguramente mañana nada habrá cambiado, pero el pedazo de espejo que no supe encontrar parece ser que quedo clavado en la víscera, así que el malestar ya no es venidero, es básicamente crónico… sin duda, para siempre.
Y sin reparo a parafrasear a una vieja amiga toca tomar dos opciones: “uno solo puede amargarse o aceptar sus miserias… entonces ya puede ser feliz”

Mis miserias… todo un gusto.

D.

domingo, 23 de enero de 2011

Como un amor de Extrema y dura.

Ni miedos desde mi Plasencia,
ni ortigas desquitadas,
ni pétalos de lumbre triste
ni vestiduras nunca desgarradas...

Ni piedras en los rincones,
que no dejan a honrados caballeros,
defender a trompicones los más olvidados reinos.

No me verás nunca más juzgar la rosa que no soy,
no volverás a desmenguar el invierno que no es hoy,
no criaremos más poemas en esta letra tan cursiva,
no nos reprocharemos el tintineo de robarnos más la vida.

No busques el homenaje en esta boca de tan puta tan seca,
no me vendas la camisa rota ni el fardo de tu melodía,
no te engañes, mi amor ya no es sol de mediodía,
déjame clavar las uñas a la espalada de otra duna,
y así, de una en una,
olvidarme de verdad de tu templo y de mi meca.

D.



sábado, 15 de enero de 2011

Mariam.

Cuando mi madre se quedó embarazada de mi hermana pequeña, la más pequeña quiero decir, rompió aguas a los cinco meses. No recuerdo ese día con demasiados detalles, yo tenía diez años y estaba en casa, en el piso de entonces que no mucho más tarde se nos quedaría pequeño.
No se encontraba demasiado bien, no sabría explicar los síntomas, solo recuerdo que aquejaba un extraño dolor, algo no marchaba bien.
Inmediatamente mi padre la llevó de urgencias al hospital, al Clínico de Barcelona, y allí tuvo que quedarse.
Los médicos advirtieron que la bolsa se había roto y que estaba perdiendo líquido, el feto tenía 5 meses y no se atrevían a hacerle una cesárea. Imagino lo peliagudo del asunto para todos, para mi pobre madre, para mi padre, y para el médico que en sus manos estaba decidir qué hacer... pero no recuerdo lo peliagudo del asunto para mi. Solo sé que nunca tuve ninguna duda de que nada iría mal, mi hermana viviría y punto.

Al final decidieron "inmovilizar" a mi madre postrada en una cama con la prohibición terminante de no moverse de ella para perder la menor cantidad de líquido amniótico posible.
Estuvo prácticamente un mes estirada de en la cama. Comía, bebía, orinaba... encerrada en las cuatro esquinas de la cama. Cualquier verticalidad, cualquier movimiento brusco determinaría el fin de la vida de mi hermanita, un destino incierto en manos para unos de la ciencia, para otros de la suerte y para mi de la fe.
Fe en su vida, nada más.

Hay una escena que la grabé en mi memoria como si de ayer se tratara: mi madre llevaba una melena larga con ese color castaño oscuro que ella tiene y yo he heredado. Ya en la tercera o cuarta semana una tela de polvo blanquecina le cubría el cabello como si de una cortina de seda se tratase. Mis tías se lo lavaron con delicadeza un día con un rebaño de agua templada y no paraban de hacer chistes divertidos y risueños respecto a la situación.
También recuerdo que íbamos con mi hermano y mi padre al Pans & Company de la esquina de vez en cuando para comer y a mi eso me encantaba sobre todo porque me estaba convirtiendo en toda una experta de combinaciones posibles de ingredientes que poner en el bocadillo.

Cuando recuerdo este suceso lo que más me abruma era mi parsimonia, mi inocencia, mi fe injustificada que no sé de dónde procedía, una fe virgen y pura venida de la nada, nacida desde la honestidad y la frescura que solo una niña de diez años puede tener, lejos de preocupaciones o de catastróficas elucubraciones....
A los seis meses finalmente se vieron obligados a practicarle la cesárea y mi hermana fue llevada a la incubadora donde estuvo tres meses más.

La primera vez que la vi, dentro de aquella nave espacial con tubos que le entraban y salían de la nariz pensé : "jolines, es igual que el papa". Podía pasarme horas contemplándola con los ojos bien abierto sin pestañear porque ella ya estaba con nosotros, mi niña, mi Mariam "¿Veis como todo iba a ir bien????". Era preciosa, tan minúscula, tan delicada, tan morena, su mano entera prácticamente cabía en el pulgar de mi padre. Mi madre cada día estaba unas horas acariciándola suavemente para que ella desarrollara la sensibilidad y transmitirle así calor y ternura.

En un viaje a Siria, visitando a mi familia paterna llevamos por primera vez a Mariam, debía tener tres o cuatro años, no lo recuerdo bien, y lo primero que dijo mi abuelo al verla fue "Anaboussi!!! Anaboussi!!!" que es el apellido de mi padre, reafirmando el evidente parecido.
Una noche, en aquel viaje, mi padre dijo hablando con mi madre y conmigo textualmente "no se que habría sido de mi sin Mariam" y lejos de poder sentirme rechazada o menos preciada le entendí perfectamente, entendía con mis entonces 13 años a qué se refería porque... yo no sé tampoco que habría sido de mi sin ella.

No sé bien bien por qué hoy tuve la necesidad de compartir esto con vosotros, no lo sé.No suelo escribir explícitamente sobre mi vida.
Quizá porque llevo unos días agradeciendo tener a una familia tan bonita, o por dar una halo de esperanza a la gente que de pronto pierde la fe, o por revivir aquellos sentimiento de niña cuando todo parecía más fácil y estaba más claro... quién sabe.

Solo decir que mi hermana a día de hoy, !!!!es casi más alta que yo!!!!!

D.

viernes, 7 de enero de 2011

Las perlas de Afrodita.

"La palabra que cifra mejor su cuerpo es: turgente. Azuzada por mis salaces ficciones, todo en ella se vuelve curva y prominencia, sinuosa elevación, blandura al temple. esa es la consistencia que el buen degustador debería preferir para su compañera a la hora del amor: tierna abundancia que parece apunto de derramarse pero que se mantiene firme, suelta, elástica como la fruta madura y la pasta recién amasada, esa tierna textura que los italianos la llaman morbidezza, palabra que hasta aplicada al pan suena lasciva"

"Elogio de la madrastra".
Mario Vargas Llosa.

"Las perlas de Afrodita" Herbert Draper.




miércoles, 5 de enero de 2011

Whatever makes you happy...

Y qué le voy a hacer si el jazz me puede?
Qué voy a hacer si cada partícula de mi ser soñador
se estremece ante el punzante dolor de lo que no es melodía sino travesura.

Trasládate a ese laberinto, ocaso del "acaso",
de la rima que no asiente paciencia,
que no asciende ...
ese vaivén del alma que nunca es pura y nunca casta.

Solo sé ser tuya... para nunca estar a tu lado.

D.





sábado, 1 de enero de 2011

Blue skies II

Recuerdo aquella noche como si fuera pasado mañana.

Recuerdo estar abrazados entre las sábanas de mi lecho,
y escuchar la canción más bonita del mundo...
apoyada en tu hombro ... y tu piel también suave,
la piel más suave del mundo...


"don't say that you love me..
you're even so proud of me...
don't say that you forgive me..."

Blue skies.
Artista: Jenn Grant.

Yo también quisiera solo olerte.

D.