martes, 8 de febrero de 2011

Desmotivación in vitro.

¿Qué distancia socorre mi penumbra hivernando días de Sol que perforan mi memoria?

Una distancia o una conglomeración, normalmente, de injusticias tan reales como mi respiración, o como la pleitesía que se rinde a fantoches de la banal izquierda.
Esta desmotivación nace seguramente de ya no poder creerme nada de lo que me sucede.
El dinero es una papelina que inyectamos a nuestros corazones corrompidos, y el amor una especie en extinción de cuando los dinosaurios.
Quiero ser la piedra de una casa palestina, aunque sea en ruinas y desorientada... pero siempre tendrá esa piedra más honor que cualquier calle de una Barcelona aburrida y desahuciada de su propia hipoteca.
Un primer mundo que no me interesa para nada... porque me sabe a lengua malhablada... y a sonrisa de payaso.

D.

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