sábado, 15 de enero de 2011

Mariam.

Cuando mi madre se quedó embarazada de mi hermana pequeña, la más pequeña quiero decir, rompió aguas a los cinco meses. No recuerdo ese día con demasiados detalles, yo tenía diez años y estaba en casa, en el piso de entonces que no mucho más tarde se nos quedaría pequeño.
No se encontraba demasiado bien, no sabría explicar los síntomas, solo recuerdo que aquejaba un extraño dolor, algo no marchaba bien.
Inmediatamente mi padre la llevó de urgencias al hospital, al Clínico de Barcelona, y allí tuvo que quedarse.
Los médicos advirtieron que la bolsa se había roto y que estaba perdiendo líquido, el feto tenía 5 meses y no se atrevían a hacerle una cesárea. Imagino lo peliagudo del asunto para todos, para mi pobre madre, para mi padre, y para el médico que en sus manos estaba decidir qué hacer... pero no recuerdo lo peliagudo del asunto para mi. Solo sé que nunca tuve ninguna duda de que nada iría mal, mi hermana viviría y punto.

Al final decidieron "inmovilizar" a mi madre postrada en una cama con la prohibición terminante de no moverse de ella para perder la menor cantidad de líquido amniótico posible.
Estuvo prácticamente un mes estirada de en la cama. Comía, bebía, orinaba... encerrada en las cuatro esquinas de la cama. Cualquier verticalidad, cualquier movimiento brusco determinaría el fin de la vida de mi hermanita, un destino incierto en manos para unos de la ciencia, para otros de la suerte y para mi de la fe.
Fe en su vida, nada más.

Hay una escena que la grabé en mi memoria como si de ayer se tratara: mi madre llevaba una melena larga con ese color castaño oscuro que ella tiene y yo he heredado. Ya en la tercera o cuarta semana una tela de polvo blanquecina le cubría el cabello como si de una cortina de seda se tratase. Mis tías se lo lavaron con delicadeza un día con un rebaño de agua templada y no paraban de hacer chistes divertidos y risueños respecto a la situación.
También recuerdo que íbamos con mi hermano y mi padre al Pans & Company de la esquina de vez en cuando para comer y a mi eso me encantaba sobre todo porque me estaba convirtiendo en toda una experta de combinaciones posibles de ingredientes que poner en el bocadillo.

Cuando recuerdo este suceso lo que más me abruma era mi parsimonia, mi inocencia, mi fe injustificada que no sé de dónde procedía, una fe virgen y pura venida de la nada, nacida desde la honestidad y la frescura que solo una niña de diez años puede tener, lejos de preocupaciones o de catastróficas elucubraciones....
A los seis meses finalmente se vieron obligados a practicarle la cesárea y mi hermana fue llevada a la incubadora donde estuvo tres meses más.

La primera vez que la vi, dentro de aquella nave espacial con tubos que le entraban y salían de la nariz pensé : "jolines, es igual que el papa". Podía pasarme horas contemplándola con los ojos bien abierto sin pestañear porque ella ya estaba con nosotros, mi niña, mi Mariam "¿Veis como todo iba a ir bien????". Era preciosa, tan minúscula, tan delicada, tan morena, su mano entera prácticamente cabía en el pulgar de mi padre. Mi madre cada día estaba unas horas acariciándola suavemente para que ella desarrollara la sensibilidad y transmitirle así calor y ternura.

En un viaje a Siria, visitando a mi familia paterna llevamos por primera vez a Mariam, debía tener tres o cuatro años, no lo recuerdo bien, y lo primero que dijo mi abuelo al verla fue "Anaboussi!!! Anaboussi!!!" que es el apellido de mi padre, reafirmando el evidente parecido.
Una noche, en aquel viaje, mi padre dijo hablando con mi madre y conmigo textualmente "no se que habría sido de mi sin Mariam" y lejos de poder sentirme rechazada o menos preciada le entendí perfectamente, entendía con mis entonces 13 años a qué se refería porque... yo no sé tampoco que habría sido de mi sin ella.

No sé bien bien por qué hoy tuve la necesidad de compartir esto con vosotros, no lo sé.No suelo escribir explícitamente sobre mi vida.
Quizá porque llevo unos días agradeciendo tener a una familia tan bonita, o por dar una halo de esperanza a la gente que de pronto pierde la fe, o por revivir aquellos sentimiento de niña cuando todo parecía más fácil y estaba más claro... quién sabe.

Solo decir que mi hermana a día de hoy, !!!!es casi más alta que yo!!!!!

D.

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