Bayas: fruto carnoso y jugoso que contiene semillas rodeadas de pulpa.
Arrebolar: poner de color del arrebol, color rojo que se ve en las nubes heridas por los rayos de sol.
Budín: plato dulce que se prepara con bizcocho o pan desecho en leche, azúcar y frutas secas, cocido todo al baño María.
Aterido: rígido, paralizado o pasmado por el frío.
Lóbrego: oscuro, tenebroso/triste, melancólico.
Tabuco: cuartucho, habitación pequeña o miserable
Aojar: hacer mal de ojo.
Mira hijo lo que te digo, aterida me dejas. ¡¡¡Pero a quién se le ocurre olvidarse el cerebro en la caja de las galletas!!!. No, si ya lo decía tu padre "¡¡a este niño le tenemos que llevar a un loquero!!! Sí, sí, encima ríete.
Bernardito, ¿es que no ves que el cerebro siempre hay que llevarlo dentro de la cabecita?porque con el seso uno piensa bien, uno acierta mejor. Y con el pensamiento uno ve de quien fiarse, no puedes confiar en todo el mundo, hay por ahí mucha gente tenebrosa hijo, gente fría que daña y aoja al que ve pasar, gente envidiosa, gente mala.
Bernardito, ya veo ya que no me escuchas, ni que te plantara el budín en la cara lo verías e inmutado perecerías, ay Bernardito... claro... con la cabeza hueca!!!
La señora Membrillo subióse a la escalera de madera que yacía polvorienta justo al lado del rescoldo de la cocina, y con pasos cortos, mientras mantenía el equilibrio con dificultades y la intermitente respiración le arreboliera el semblante, alcanzó casi de milagro el bote de galletas.
"cuando le vuelva a colocar el cerebro a Bernardito he de apresurarme a comprar la bayas, que hoy la parada de Don Jour abre toda la mañana pero ese viejo hosco pasado un minuto de las dos ya ha cerrado..." pensó la señora Membrillo mientras se mordía el labio inferior a medida que hacía más y más fuerza para destapar el botecito. Era un recipiente como tosco y romo, de un bronce pesado que llevaba generaciones hospedando galletas y otros dulces en la familia Membrillo, el reborde de la tapa quedaba ya oxidada y era duro separarla, con un brazo debías sostener el cuerpo del bote y con la otra mano agarrar y estirar luchando unos minutos en bano contra el vacío del interior, pero claro, era un bote tan bonito!
Finalmente cuando la señora Membrillo alcanzó abrir el recipiente, pudo observar como en el fondo yacía el pequeño seso de Bernardito. Una masa esponjosa de tono grisáceo, que dibujaba diferente rugas y surcos, un compacto olor a víscera y un pequeña hendidura a nivel occipital que marcaba un nacimiento algo prematuro. Para sacarlo hizo uso de el cucharón sopero y la pala de acero ajado que servía para dar la vuelta al filete en la brasa.
Con cuidado la señora Membrillo sujetaba el seso entre sus manos mientras Bernardito desabrochaba la cremallera bovedal. Al separar el cráneo en dos, la madre observó algo dubitativa que un minúsculo hilo de había quedado en el fondo cabezal, un fino cabello, era una sensación de frialdad la que transmitía aquel percal, Bernardito no tenía una cabeza, tenía un tabuco vacío y triste, olvidado.
La madre pensó por unos segundos si realmente le hacía un bien a su hijito devolviéndole el cerebro, si quizá, la opción no antes contemplada de dejar a su hijo sin sesito sería en el fondo una acción de buena voluntad, dejar a Bernardito sin pensamiento, sin recuerdo, sin memoria le ahorraría lóbregos asuntos que la mayoría de gente aquejaba siempre, se ahorraría, en realidad un sinfín de maltragos, de agobios, de preocupaciones... la señora Membrillo imaginó unos segundos la vida de su hijo, tan maravillosa sin miedos obstinados por un jefe cruel y malhumorado, sin fobias ni a los cuartos cerrados ni a la oscuridad, sin penumbras por un mal día, sin reflexiones inacabadas intentando entender por qué el ser humano persistía malévolo en el mundo, sin guerras que criticar ni partidos políticos en los que creer ni votar, un mundo que pasara lo que pasara, a Bernardito no le acarrearía el menor quebradero de cabeza.
Mas una reflexión transitoria pero sin embargo decisiva hizo recapacitar a la señora Membrillo sintiéndose finalmente obligada a colocar de nuevo el cerebro en el tabuco cabezal de Bernardito... porque amigos míos, lectores fieles y transeúntes casuales, Bernardito acabaría sufriendo con seso o sin él como el resto de individuos, "al final uno se enamora con el corazón... Bernardito hijo, estate quieto no te lo vaya a colocar al revés!!!"
Estimada senyoreta Dima,
ResponderEliminarEm deixa de pedra, que vinc d'una conversa sobre la dificultat de fer combregar cor i testa quan el fantasma de l'autodestrucció ja ronda.
M'ha plagut molt el seu text. El bon cor de la senyora. I la imatge del cervell al pot dels dolços.
Tot i que diria que evoca el post anterior.
Ben cordialment.
trobo a faltar les paraules de la nit!!!
ResponderEliminar