A veces es tan grandiosa la libertad que siento como el sueño oprime al respeto y recrea redundantes ecos de valentía.
Ni tan siquiera resta un gramo de soledad mal pagada, y la ausencia de tu cuerpo en el sofá de piel, lejos de confesarme vacío o temeridad, ofrece a cada esquina de mi casa un bonito recuerdo de lo que eres.
Mi onda libertad, mi día siguiente plagado de misterio, todo ello suma paz y solidez.
La lógica al final es solo para los cobardes, pero la ilimitada belleza que honra la imaginación y la insensatez sucumbe a esta presumida mujer en cuerpo y ser.
Mi inconsciencia es hoy un regalo en vida.
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