Existe una insinuante permanencia del ser contra el estar. Se prestan las manos el uno con el otro, pero "ser" legitima al "estar".
Primero hay que ser, sentirse, identificarse, prometerse... Luego estar y llegar con los pies mojados a las llanuras y los montes que se proyectan al andar...
Anteponerse a la veracidad y a la esencia del uno, aceptarse, aunarse con tu alma y dejar el fugaz ocaso estremecerse ante tu persona, es entonces cuando ya llegaremos al estar, al sombrío invierno que ecualiza al quehacer o al labio que besa al aventurado amado.
Hoy permanece en mi mente con agravio y pizca de imprudencia pretender estar contigo, pero dónde irá a parar mi rosa y mi olor, si no consigo jamás que veas quién soy?...
Ser para nada entonces.
Nunca ser y siempre estar.
Qué desdicha tan probable...
D.
sin ser soy!
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