Cuando fue recóndita la llegada, y el adiós se desvaneció entre nuestro dos odios, el espacio entre la fuga y la bienvenida desaparece. Se confunden los ayunos y los pasajes de la luz de mi vida, hay una hoguera en casa para quemar papeles y otras mentiras, y mis manos postizas me dan dos hostias en la misma herida.
Prefiero sangrar y morir tendida sobre la baldosa fría de una playa inventada, mirando agua salada y el horizonte de un amanecer que no es nada, que fregar el suelo de un tiempo no logrado y llorarle cada día a la basura .
Mi quebranto es hermoso... y me conmueve.
D.
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