Hubo una jaula una vez.
Crucé los dedos de los pies para asfixiar la pisada, anulando la zancada para que el camino no fuera camino nunca.
Hubo una jaula una vez.
El sofá es de piel antaña, marrón y desgastado en la parte central, me agrada esa textura en la palma de mi espalda al regocijar peso y plomo unos segundos, lo que dura el tiempo de una calada.
Hubo una jaula una vez.
Y el rescoldo, y la cornisa, y la cenefa... pliegues paralelos postrados en la retórica de la belleza constructiva, un Arquímedes mesurando el equilibrio entre columna y amor.
Hubo una jaula una vez
Todo es figurativo o semejante, nada es del todo de verdad, un mundo de ideas aliñadas sometidas a la luz del sol de cada día.
Hubo una jaula una vez, todos los individuos del mundo vivían allí encerrados. El rey de todos ellos se llamaba Golondrina.