martes, 15 de septiembre de 2009

Otra vez...

El chico del supermercado tiene unos ojos cristalazulmarcasitormenta
que podría pasarme horas enteras contemplándolos, sin cesar, sin pensar en el antes y el posterior después… mejor dibujarlos en mi alma tapizada en el resurgir imperioso de un “de mientras”.
Lo que fuere pétalo blanquecino y después hoja seca postrada en el suelo del patio es ahora un verde caqui que se esperará hasta un septiembre o un octubre pasajero para hacerse notar en mi paladar (últimamente estoy peleada con mi trigémino, concretamente con la zona V3, desde que le conocí me duele la parte anterior de la cabeza, tanto en el sensibilidad como en sensualidad). Vaya con el palo santo, que grandioso él en medio de mi patio, sigue ganando con ventaja a los rayos del sol.

Después del vorágine teatral de los últimos días, por fin me puedo centrar en este viaje gratuito después de un pesar y una lágrima por día, tomo nota del último consejo recibido “Dima: abre los ojos, cierra la boca.”

El chico del supermercado con los ojos cristalazulmarcasitormenta siempre que pasa los producto adquiridos por el cliente en la máquina que hace “piii” y le obliga a cobrarme dinero (pues yo se que si no fuera por la máquina él nunca lo haría) siempre parece tan feliz y relajado que consigue desprender una emotividad conceptual, más que palabros estúpidos e innecesarios, me viene a la cabeza el malva-turquesa, el color digo.

Estoy triste, sé que esta noche la pasarás con otra…

D.


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