Es desde dentro que ya no sabemos mirar las cosas.
Me intersecciono junto a mi misma, y me miro desde el dolor, desde la calma, des del latido que perturba el sofá-cama y el mueble-bar sin velada.
No perezco en la salpicadura de la fama, y la palmada de tu aplauso no llenará jamás el estribor que pierde el norte cuando recuerdo mi mano rota y mi sueño inacabado.
No habría en el mundo nada que perdonara algo tan insufrible como el diseño de tu boca, y solo me apoyo en palabras mal nacidas, para que des del talento que no tienes sea tu moneda la que cae del otro lado... y de mientras un perro que ladra en la calle de abajo, la que hace esquina con mi lástima, la que yace junto a la señal de "ceda el paso", la que cruza la corriente de la hoja perenne que hoy ha caducado.
D.
me encanta, Dima, me transporta.
ResponderEliminarLaura Giral.