A veces juro a mi propia personalidad ser el azote que todo lo versa.
No es melódico ser aire caliente en primavera, no es justo ser poeta que escala peldaño de barniz, no es un relato de discurso y medio decirte lo insignificante que somos.
Me mueve la escalera de tu pecho, y a zancadas de hormigas pretenciosas que juran amores ajenos, me como la vida a golpe de barra de labios y pluma de hielo... hoy ya no te quiero.
"Dejadme en paz", gritaria en melodía gregoriana, "dejadme con mi dolencia y mi impertinencia, iros lejos de mi agrado, a un país más mundano de lo que mi alma pueda ofreceros, forajidos, forasteros" canturrea mi persona en una cueva soñadora.
No hay reloj pudiente que aborrezca las horas perdedoras,
solo un foco miserable
que entre risa y palabra
cierra el paso del agua
entre tu melena y mi cuarto de baño.
D.