viernes, 30 de abril de 2010

Turbo Lover.

En fin... después del bolo de ayer, esto es todo lo que puedo decir...:









D.

sábado, 17 de abril de 2010

miércoles, 14 de abril de 2010

Creo que ahora duermo todas las horas que la angustia no me dejaba soñar.
Dormir profundamente para redimir y perdonar.
Es oblicua la dulzura que te tengo, que asciende y recae suspendida en su propia ciclotimia, y en la oscuridad de mis ojos se desvanece el almíbar y la lágrima.
Días de nube para explicarme por qué pensamos que somos especiales, la individualidad nos pasa factura, nadie es tan especial ni único.
El acrónimo que llevamos en el corazón es atemporal, las historia de los hombres nos dejó bien clara que si ahondamos en nuestras penurias al final todo es cadáver. Nada más.

Y de ese fósil y la arena que le entierra nadie hará una foto para ponerla en el escritorio. Nos da miedo saber que mañana ya no estaremos.

D.


lunes, 12 de abril de 2010

Algo está punto de suceder.
Será un acahecer de segundos, pensamiento fugaz... enlucido.
Entonces, los párpados se retiraran y tu imagen se habrá borrado para siempre.

Luego solo faltará que también desaparezcas del estómago.

Aún estoy muy lejos del final y ya me siento derrotada.

D.

miércoles, 7 de abril de 2010


Detrás de la piel ya no hay nada.
Como destierro gélido de donde cierto vagabundos proceden, y acompañados de la lumbre que el sol les otorga, caminamos todos buscando el amor.
Los que se creen magníficos no lo quieren admitir, y los que creen tenerlo le rocían litros de flujo los primeros tiempos, más tarde también se sienten desgraciados.
Detrás de la piel ya no hay nada. Apenas unas venas entrelazadas que impregnan rosales, roja la sangre de tanto añorar lo que no se tiene, y un resoplar furtivo que escapa de la boca para clavarse en el vacío tedioso y lóbrego.
Detrás de la piel ya no hay nada. Algo de horas y segundos que avanzan para aproximar la desdicha de una vida entre asfaltada y derruida, ni el libro ni el regazo me consuela.

Soy como una pregunta que ya tiene respuesta... y aún así la incógnita no me deja respirar.

D.





martes, 6 de abril de 2010

que te vaya bien...

He tardado... pero le he acabado escuchando...
Muy recomendable, "el niño de la Hipoteca"


lunes, 5 de abril de 2010

Hay mucha gente, incluso amigos, que me miran algo asombrados por ser capaz de observar durante un tiempo prolongado las estatuas de las plazas que nadie mira.
Me gusta darme vueltas a su alrededor y observarlas en diferentes ángulos, perecer en el limbo durante varios minutos escalando con los ojos cada centímetro de sus rincones.
Explorar el bronce desgastado, el hormigón o la masilla amalgamada.
Ordenar el tiempo que ha pasado.
El relieve del contorno.
Imaginarme durante ese rato que yo soy el escultor y buscar la razón de por qué esa figura es así.
Pensar qué pensaría el artista.
Pensar en si aquel individuo imagina que apenas nadie percibe su obra.
Pensar en si el virtuoso entiende que el monumento, con o sin su pesar, cobra vida a escondidas cuando nadie le mira, sobre todo si llueve y hay poca luz, cuando la noche apenas embriaga con un suave murmullo de penumbra y silencio.





jueves, 1 de abril de 2010

Visto lo cualo.

Si fuera por geografía, de la región más ártica a la más antártica, nublaría hoy la Tierra de vacío y libélulas, como de plaga apoteósica e invasora donde se infectaran todos los mundos que el humano aguarda en su bajeza, en su mentira y en su silencio, baldíos e infructuosos.

Aunque me grites no te entiendo, hoy solo me queda confiar en los pétalos de las flores marchitadas, secos y vulnerables, que desaparecen en la fugacidad de los pasos intransigentes andados a su alrededor. Solo me queda confiar en las montañas que uno nunca logra tocar, para exhalar añoranza y desilusión, y admitir que cautivar a modo de honestidad ya no es propio ni de las modas ni de las musas.

Aunque grites no te entiendo, porque de puertas pa fuera solo me queda cerrojo y candado, pereceré hermética un tiempo para dejar lejos tus bravíos sollozos y tus súplicas suicidas... quizá los segundos que me resten los conserve para aprender a escuchar los latidos de mi corazón, quizá y sin más preámbulo haya llegado el momento de hacerme un poco de caso.

De esto que nos queda como mucho... solo se puede hacer una postal y regalarla.

D.