El hueco interior es tan hondo y cáustico que adentrarnos fusilaría cualquier razón para vivir.
Somos opacos y hoscos, tuertos de víscera, sin color, sin blanco y negro...
y sin triste brisa que aplaque el viento del temor al "uno mismo", del temor al "otro".
Sí. Miseria.
Es cuestión de tiempo.
La mierda siempre flota.
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