martes, 22 de diciembre de 2009

Hoy, ni una gota más.


Qué fácil.
Cuánta hermosura, sus manos fluyendo en el aire dirigiendo el viento para que el compás armonioso de un piano, un violonchelo y una voz vibraran al unísono.
Qué perfecto y desordenado.
Qué sutileza tan pura y tan dulce fuera la que empujó una lágrima de mi cabellera. Y noté entonces tu susurrar en mi oído y el escalofrío me miró a los ojos y me dijo:

"escucha mi música, ¿ves?, eso que sientes tan bello no es belleza, es tu porvenir..."

Gràcias Mireia.


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