Había una nota en aquella melodía que irrumpía mi armonía. Era una nota de soneto, de rima, de repetición como gota resbaladiza e inspiración. Me dañaba, me causaba dolor y recorría mi sien de punta a punta para asfixiar la memoria.
Luego irrumpióse de tanto pensarte.
Había sabor a canela, poderoso, y la papila azotó al corazón para que no olvidara el día en que cocinaste para mi, y el estupor y la carcajada idiota me dio en la nuca otra vez.
Luego él solo avergonzose, y me pidió perdón, maldito miserable.
Había ciertas callejuelas que parecían indistintas, iguales, reflejas... como de tiempo no pasado, como de atmósfera caduca. Mi mano agarró el billete de avión de nuevo, tanto tiempo huyendo de la misma forma.
Luego cuando vuelva, la calle seguirá siendo la calle, eso siempre lo supe.
Hace ya tiempo que te he perdonado...
¿Pero cuánto más tendré que esperar para perdonarme a mi?
Maldigo el día en que la calle decidió ser calle para siempre.
A veces estoy bien. Otras no pienso. Otras tengo mucho miedo de mi misma.
D.
Cocinate!!
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