Con el tiempo, es una sensación que se ve incrementando en mi interior. La sensación de que el amor mueve el mundo y sólo el amor nos salva de la perdición y del asfalto emocional. Los días que se suceden alrededor del desdén y la inundación de millares de familias hacen que cada día más y más me duelan sus hijos, sus niños.
Porque sus hijos, son mis hijos, porque cuidar del mundo, cuidar de mi mundo, es cuidar de toda nuestra infancia, y darles dentro de nuestras posibilidades amor, educación y protección.
Tu hijo es mi hijo, mi hijo es tuyo también. Y si no entendemos eso, estamos condenados al ocaso.
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