Era la calidez que se despojaba de tu aroma el surgir ingrávido de olerte y pecar cada noche abrazada a mis miedos.
Cuando te miro dentro de mi soliloquio, cuando la pesadumbre feroz se ha comido al hambre y apenas quedaron dos inmigrantes sin papeles en la frontera del deseo.... entonces un gran amanecer saluda a la llama de esta vela cálida de media noche...
No quedan cigarros que encender, ni tiempo que restar al desamor furtivo, porque hoy en Egipto los mortales saludan una nueva forma de incertidumbre, el sino humano no tiene recursos para el dolor que socorre la espera y el hambre... y en mi corazón solo se presiente que se les otorgará una transición de verdad para llegar a una democracia de mentira, tan mentira como la política.
Y muy lejos de ese vuelo de mariposa, yo. Y tú.
Nosotros.
D.