sábado, 7 de mayo de 2011

Punto y final.

Solo necesito pensar en ello para echarte de menos.
Como las golondrinas echan al vuelo al emigrar en el soberano invierno, como la pluma del ave traspasa montañas y alientos entre cada una de las persona que viven. Te echo de menos por cada gota de víscera que sustenta mi filantropía.
Únicamente echarte de menos y ya no siento consuelo de recorrer mundo idolatrado y alejado.
Pero cada uno es como es, y yo asumo la condena de ser tan plausible como abominable. Tan risueña como antisocial, tan felina como malcarada.
No entiendo de grandes números de amistades, ni sé moverme entre el oleaje de una ciudad cosmopolita. Solo un árbol y yo, o un banco y yo, o una hoja de papel y yo... nada más sería imprescindible en la esfera de mi esencia.
Hay demasiado ruido en el perímetro de esta manzana, y ese ruido me hace sentir pequeña y miserable.
Yo quisiera volar a solas, alejada de los focos y de los dedos acusadores y de los ojos recelosos que esperan no sé qué de mi.

Yo soy Dima, nada más... y después de eso no me busques porque en la trastienda nada de lo que hay me pertenece.

D.